miércoles, 2 de enero de 2008

La publicidad utiliza el cine para captar adeptos

Si este fuera el titular de cualquier medio nos sorprenderíamos y atenderíamos a la noticia. Un supuesto titular para tratar el tema: ARTE Y LA PUBLICIDAD.

¿La publicidad es arte?, esa es la principal cuestión. Expertos en publicidad como McLuhan o Mark Frenske responden afirmativamente, es más, dicen que “es el mayor medio de expresión artística del siglo veinte”.

Por otra parte, los más apocalípticos afirman que la publicidad introduce al ciudadano en un mundo de ficción, que conlleva despersonalización, alineación, mentes dóciles, sumisas y conformistas. Por tanto, nuca será arte, ya que tienen finalidades diferentes.

La publicidad no es arte por muy bonito que se intente pintarlo, todo aquello que apela al receptor con la intención de crear una necesidad inexistente, sólo es manipulación disfrazada de creatividad.

Hacer un anuncio conviene al director de cine para mostrarse y ganar dinero fácil, y la marca, aunque en ocasiones no incremente sus ventas en demasía, queda muy bien con los anuncios disfrazados de cortometraje.

En 1997 apareció como novedad una saga de directores de cine que comenzaron a hacer anuncios. Spike Lee montó su propia agencia (Spike/DDB). El director de “Malcolm X” y “Haz lo que debas” confesó abiertamente que se ha metido en el negocio por dinero. A Spike le acusaron de haber renunciado a su cine militante a cambio de un puñado de dólares. A todo esto él respondió: “cuando un negro intenta hacer dinero, enseguida surge la cuestión ética. No soy el primer director que se pasa al mundo de la publicidad: Scorsese ha hecho también varios anuncios, y nadie se mete con él”. ¿Nadie se mete con Scorsese? Pues eso tiene remedio...

Después de ver el video, además de reafirmar que la publicidad no es arte, también podemos demostrar que Scorsese está muy lejos de aquel director que rodó Taxi Driver. Para empezar la historia del guión inacabado de Hitchcock por muy inquietante que parezca, es mentira.

Más de nueve minutos de una historia con poco sentido que acaba destapando que el macguffing es una botella de Freixenet. Seguro que Hitchcock estaría orgulloso.

No hay comentarios: